martes, 2 de junio de 2009
ENTREVISTA AL JOVEN LUALI ELQADMI, ARROJADO DESDE UNA AZOTEA POR LA POLICIA MARROQUI
22:33
Único representante F.polisario
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La Tribuna de Castilla La Mancha. 25/05/2009
Elwali Kadimi lleva varias semanas en el Hospital de Parapléjicos en Toledo. El 14 de mayo de 2008, él y otros compañeros saharauis recibieron una paliza por parte de la policía marroquí
Tras la rehabilitación, que hoy ha comenzado a las 9 de la mañana, Elwali continúa hasta cerca de la una con sus ejercicios en el gimnasio. Después tiene cita con la psicóloga. Luego toca comer, descansar un poco y volver con la rehabilitación. Walia Kadimi lleva repitiendo esta rutina desde hace varias semanas, cuando llegó al Hospital Nacional de Parapléjicos. Si la previsiones más optimistas se cumplen, aún le quedan cerca de 5 meses más en el centro. Cuando logre recuperarse, Elwali tiene muy claro lo que hará. Volverá a su pueblo, al Sahara, a seguir luchando por ‘la causa’. La misma que hizo que su vida cambiará completamente el 14 de mayo de 2008 y que le trajo a Castilla-La Mancha.
Hasta ese día, él llevaba una vida normal, eso sí, siempre marcada por la lucha del pueblo saharaui. Y es que Elwali , de 24 años, nació en Aasa, una de las provincias del Sahara ocupada por Marruecos. Gracias a la tenacidad de su familia, consiguió terminar sus estudios primarios y comenzar la Universidad. Decidió estudiar Sociología, y para ello se trasladó a la Universidad Alqadi Ayad, en Marruecos. La normalidad se truncó cuando comenzó el tercer curso.
Fue entonces cuando comenzaron los disturbios en la Universidad. El desencadenante, según cuenta Elwali , se produjo cuando algunos universitarios marroquíes echaron veneno en la comida de los saharauis. A partir de aquí, los alumnos saharuis decidiendo comenzar una huelga de hambre como protesta. Además, dejaron de ir a clase y realizaron diversas manifestaciones. «No sólo queríamos que los marroquíes fueran castigados por este hecho, reclamábamos una mejor atención: una mejora en la comida de la residencia de saharuis, o mejorar la limpieza en las habitaciones». En definitiva, pedian tener los mismos servicios que sus compañeros marroquíes.
Enfrentamientos.
Para conseguir estas mejoras decidieron organizarse y crear un grupo que dialogara con las autoridades universitarias. Sin embargo, cuando la Policía se enteró de sus pretensiones y comprobó que estaban comenzando a organizarse, no les dieron tiempo a nada más. Con la autorización del rector de la Universidad, la policía marroquí cercó la zona donde residían los saharauis y comenzó un duro enfrentamiento entre estudiantes y policías, que doblaban en número a los primeros. Primero comenzaron por el edificio donde residían las chicas. Walia pudo ver todo lo que allí se produjo: «Destruyeron los libros, las camas, y todo el mobiliario. Después les quitaron la ropa y les pegaron brutalmente».
Tras ello los policías se dirigieron a la zona donde residían los chicos que habían intentando defender a sus compañeras. Walia comenta que eran apenas 60 los compañeros que aún quedaban en la residencia. Todos intentaron huir. Él, junto con otros dos compañeros, decidió esconderse en la azotea. Sin embargo, la Policía les encontró y tras darle una brutal paliza, le gritaron ‘os tiraos vosotros u os tiramos, perros saharuis’. Finalmente, les arrojaron desde la azotea mientras gritaban, «este es el fin de los saharauis».
Recuperación.
Elwali y otro de sus compañeros sufrieron, además de diversas roturas en las extremidades, lesiones en la columna vertebral. El tercero resultó herido en las piernas. A partir de aquí, Walia comienza un duro peregrinaje por hospitales y centros de rehabilitación. Primero, permaneció durante dos semana en el Hospital de Marraquech, después le trasladaron al de Casablanca, donde estuvo ingresado cerca de 7 meses. Durante su internamiento en este centro, Walia recuerda que su familia gastó «una barbaridad» de dinero para conseguir su recuperación, sin embargo, cuando la familia empezaba a desesperar, llegó una ayuda gracias a la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Córdoba.
Paradójicamente este fue el primer contacto que Walia tuvo con España. Él, al contrario que muchos de sus compatriotas, nunca participó en programas como el de Vacaciones Solidarias que cada año organizan diversas asociaciones de ayuda al pueblo saharaui y por las que los niños saharauis pasan algunos meses con familias españolas. Sin embargo, algunos familiares de Elwali sí habían mantenido ya diversas relaciones con esta asociación de Córdoba que se encargó de arreglar todos sus papeles y trasladarlo hasta un hospital de la ciudad andaluza donde Walia permaneció otros dos meses y medio. Tras este internamiento, y gracias a la coordinación y el apoyo de la Asociación de Córdoba y la de Castilla-La Mancha, surgió la posibilidad de trasladarlo al Hospital Nacional de Parapléjicos.
Elwali asegura que la rehabilitación va bien. «Me siento mejor, noto más movilidad y además me tratan muy bien», insiste. Lleva aquí varias semanas y aún le quedan algunos meses por delante. De momento, la recuperación es su plan de futuro. No va más allá, «aún no sé que haré cuando salga de aquí, no sé si volveré a Marruecos». Hasta el 14 de mayo de 2008, Elwali lo tenía muy claro: «quería terminar mis estudios y llegar al doctorado».
Sin embargo, antes y ahora, Elwali siempre ha querido «luchar por la causa». Asegura que «todo lo que he hecho en mi vida ha sido para defender el derecho de los saharauis, para terminar con la dominación de Marruecos. Como todos los saharuis que están allí». Por ello, su vida ha sido siempre un manifiesto de la identidad de su tierra «Siempre defenderé el derecho de mi tierra y el mío como saharaui». Además, Walia es muy consciente de que esa lucha por los derechos del Sahara y por el de los saharauis es lo que ha hecho que se encuentre en esta situación.
Por eso, Elwali siempre ha querido hacer más por los saharuis, «más por mi país». Y en el futuro de Elwali , lo primero es ahora, «trabajar por la causa».
«Algún día volveremos a nuestra tierra, nosotros no perdemos nunca la esperanza»
A Elwali Kadimi le queda mucho tiempo de rehabilitación por delante que afronta acompañado de las personas que participan en asociaciones de apoyo al pueblo saharaui, como el presidente de la Coordinadora de las 32 asociaciones de Apoyo al Pueblo Saharaui que existen en la Región, Isidoro Vegué. Además, recibe la visita de compatriotas que viven en Castilla-La Mancha como el delegado del Frente Polisario para Castilla-La Mancha, Bulahi Mohamed Fadili, o Isana Barka, que se ha convertido en el ángel de la guarda para Walia.
Barka lleva más de un década en España y conoce bien cuál ha sido la actitud de nuestro país con el conflicto del Sahara. Ella tiene claro que por un lado está la actitud política y, por otra, la del pueblo español. «Nosotros sentimos siempre el apoyo del pueblo, pero no el del Gobierno de España. Son dos cosas muy distintas».
Recuerda Barka el apoyo de todas las asociaciones españoles que realizan programas como la acogida de niños en verano, diversas recogida de alimentos o recaudaciones de dinero para la causa saharui. «Sentimos un calor y una solidaridad inmensa, es como una deuda externa hacia el pueblo español que es impagable para nosotros, pero lamentablemente el gobierno se desentiende y se lava las manos». Para ella, la mayoría de las relaciones entre España y Marruecos, sobre todo los negocios más rentables, se realizan «aprovechándose de la riqueza saharaui: del fosfato, de las minas de oro o de la pesca». Por eso, recrimina al Ejecutivo español que «siempre se haya movido en este caso por intereses».
Aunque también hay que alabar algunas acciones políticas a favor de la causa. Por ejemplo, hace algunos meses, los dos grupos políticos con presencia en el Parlamento regional renovaban su compromiso con el pueblo saharaui.
Gestos como este hacen que Elwali y Barka no pierdan la esperanza. «Algún día volveremos todos a nuestra tierra, estemos donde estemos. No perdemos nunca la esperanza», afirma Barka emocionada, quien recuerda que la guerra le ha hecho conocer a su hermana hace apenas cuatro años, al vivir ésta en las zonas ocupadas.
Lamentablemente, no ven que la solución esté cercana pese a las esperanzan que ha generado el nombramiento de Christopher Ross como nuevo mediador de la ONU en el conflicto del Sahara. De momento, Walia no se fía de los planes marroquíes y se muestra contrario a la negociación que mantiene en estos momentos Marruecos con el Sahara.
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