viernes, 27 de febrero de 2009

SAHARA LIBRE

El 27 de Febrero de 1976 ni siquiera había nacido, no existía en vida, pero mi razón de ser se creó ese día cuando se proclamaba la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en un punto del desierto ubicado en Saguia El Hamra llamado Bir Lahlu, a pocos kilómetros de la frontera con Mauritania. Nacía la verdadera forma de llamar a mi tierra, la que siento tan dentro de mí sin haberla visto nunca.

Durante muchos años habían luchado los saharauis por su independencia, y numerosas resoluciones de la comunidad internacional obligaban a la España de Franco a descolonizar esos lugares, algo que no debería ocurrir hasta 1975 y bajo unas condiciones: España se quedaría con un 33,7% de las minas de fosfato y sus barcos podrían seguir faenando las aguas saharianas (resulta que el Sahara occidental es el territorio más rico del Magreb por contar con el banco pesquero más importante del mundo y por sus reservas de fosfato). Era el futuro más prometedor que se podía esperar para mi pueblo.

En 1975, con Franco agonizando, Marruecos exigió la soberanía del Sahara y su rey, Hasan II, organizó la llamada “Marcha Verde”: la movilización de 350.000 marroquíes que cruzaron la frontera hacia el sur para presionar al tribunal de La Haya, que había prescrito la descolonización. Resulta tan injusto que manos humanos puedan ser causantes de tanto mal que me produce pavor pensar que esa facultad pueda habitar en cualquiera y seamos capaces de provocar inmenso dolor sin inmutarnos.

El Frente Polisario, que se había creado en 1973 para combatir a los españoles, inició una guerra contra Marruecos y Mauritania. En 1979 Mauritania firmó la paz con el Frente Polisario, no así Marruecos, que recrudeció sus ataques con el apoyo de Francia y EEUU. ¿Cuál es el precio del dinero? Vidas y más vidas. ¿Quién puso precio a una vida? La vida no se vende, no cuesta nada porque lo vale todo. Nunca entenderé como un trozo de tierra puede ganar a los hombres.

Tras muchos años de lucha armada y tras el reconocimiento de la RASD por parte de 82 países, comenzaron las negociaciones para organizar un referéndum de autodeterminación, que fueron acompañadas de un alto el fuego. Mi corazón pertenece al Sahara y la gente con la que he nacido y me ha educado dice que los saharauis no existen. En este planeta hay 198 países y sólo 82 reconocen que los saharauis tienen el derecho legítimo de vivir en libertad en la tierra que les corresponde. ¿Referéndum? Nací años después y esa palabra aún no ha tomado el significado que estamos esperando.

Sin embargo, el alto el fuego fue violado sistemáticamente por Marruecos, al tiempo que dificultaba la labor de la prensa internacional, acentuaba la represión contra los saharauis, prohibía la entrada a los observadores internacionales… A pesar de todo ello, el pueblo saharaui desistió del uso de la resistencia armada. El referéndum que se debía celebrar en el año 1992 sigue de momento en el aire.

Los saharauis viven esperando. Esperar es una prueba que te hace madurar. Esperar es fuerza para aliarte con el tiempo, para fortalecer el alma y no perderte en el abismo. Esperan, pero es una espera que se va agotando poco a poco. Dicen los que no lo conocen que es fácil vivir en el refugio, que te acomodas a ser una marioneta de la ayuda internacional, pero la realidad es bien distinta. Nadie puede acostumbrarse a vivir sin servicios indispensables ni mucho menos puedes acostumbrarte a vivir dejando que pasen los días, estando a merced del tiempo y viendo como tu futuro se reduce a esperar. El desierto se lleva vidas jóvenes cansadas afectadas por la crudeza de las circunstancias pero su herencia perpetúa en hijos que no cesan en su esperanza de conseguir que llegue el día en que puedan regresar a aquel lugar. La ausencia de libertad no coacciona a la felicidad. Las relaciones humanas se intensifican, se llevan a términos inimaginables para una sociedad como la nuestra en la que estamos tan hipnotizados por lo material que no nos queda tiempo para disfrutar de la belleza del hombre.

Me sorprenden los jóvenes que se ayudan mostrando lo que significa amistad. Son capaces de levantar una casa en tres días sin recibir ninguna recompensa más que ayudar al amigo. No existen puertas cerradas porque no hay nada que proteger, lo que hay es de todos y si hoy sólo nosotros tenemos arroz, invitamos a una cucharada a aquellos que no han tenido esa suerte. Las madres son amadas con una pureza y una sinceridad abrumadora porque su humildad y su lucha incesante las llena de una luz especial. Esa lucha es la que me lleva hoy a volver a escribir, a contar al que quiera saber que dejo lágrimas y sonrisas a diario por este pueblo, pero mantengo la esperanza de que como una saharaui más, conseguiré hacer el camino de vuelta a casa con los míos.

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